“Voy a agarrar el hacha para hacer un piano de cola tocado por un domador”. 

Esas fueron las palabras de Luis Nipoti, cuando empezamos a pensar el comedor volviendo a las raíces. 

Y desde los oficios ancestrales de los indios y criollos que habitaban nuestro país, surgió nuestro diseño. 

Una imagen de Ébano y Marfil en Alpargatas. 

Las estructuras de todos los muebles son acuñadas a la antigua y no se usaron ni clavos ni tornillos (porque ellos no los tenían…Recuerda Luis Nipoti emocionado. Tenían el hacha…)

 Se usó madera de Laurel. Un árbol noble y perfumado que después se lustró a muñeca para darle tinte negro.  El cuero de vaca sobado a mano se termina con laca y eso hace que tenga un muy buen uso diario.

 Completamos el espacio con cuadros de Denise Tapella y un poncho de telar antiguo, para darle presencia a los criollos y a los indígenas de nuestras culturas originarias. 

Una alfombra de María Máiquez y las cortinas de Taupe se eligieron siguiendo la imagen natural del ambiente, como así también las esculturas lumínicas de Marisa Frigerio realizadas en papel de seda teñido con té.

 Algo para detenerse a observar es la caja cuchillera con parte de los cuchillos de la colección de Luis Nipoti.

 Cada cuchillo está hecho a mano y las hojas son de antiguas tijeras de tusar inglesas. 

Sólo queda tomar un buen vino en este comedor para inaugurarlo.